martes, 7 de junio de 2011

Economía sangrienta

La vida bajo el capitalismo monopolista: Crisis Económica

Por: Rafael Escalante López *

En la guerra los pasos hacia el abismo conducen a una situación sin retorno. Así lo muestran algunos ejemplos históricos:

1) En la primera mitad del siglo XX las doctrinas de los países europeos desatarían un huracán bélico que sobrepasó todo lo hasta ese momento conocido;

2) En la década de los años 60 el talante imperialista de Estados Unidos retó los cimientos del pueblo vietnamita pagando caro su osadía; y

3) La actitud dictatorial de Anastasio Somoza hundió a Nicaragua en una guerra fratricida por más de una década. La guerra cuando escala a niveles superiores afecta directamente la economía.

Poco a poco la violencia se convierte en una auténtica economía de guerra en la medida en que crea la violencia de la necesidad y la necesidad de la violencia.

En México crimen organizado ha maleado la economía pero, ahora, la guerra contra el narco ha pervertido al país. La ofensiva bélica contra los traficantes de drogas ha conducido a México a una profunda violencia que perturba y degenera la economía.

Cómo se evidencia esta deplorable situación?

Algunos estudios reflejan, con cierto grado de certeza, que el crimen organizado produce alrededor del 40 % del Producto Interno Bruto (PIB).1 Por eso gran parte de la atonía económica que se vive en el país es consecuencia de la guerra interna y de la zozobra social.

Las últimas cifras que ha publicado el INEGI, revelan que el PIB de México sólo creció 0.7 % durante el tercer trimestre de 2010. Aún si la economía habría crecido el año pasado en 3.9 o 4.5 %, como ha sostenido la Secretaría de Hacienda, este incremento no alcanzaría a cubrir la caída oficial de -6.5 % en 2009.

Es decir, la economía mexicana está lejos de recuperar el crecimiento afectado por la reciente crisis económica. Mucho más lejos está de un alto crecimiento sostenido en 2011, aunque Hacienda y Banxico sostengan optimistamente que estamos entrando por la senda del crecimiento económico.

Una salvedad son los monopolios: la sobrevaluación del peso en relación al dólar abarata los insumos y las mercancías importadas, generando ganancias extraordinarias a la oligarquía monopólica que se suman a las correspondientes a las alzas internas de precios.

La vida económica de los mexicanos se ha envilecido y, con la desesperación e incertidumbre, está llegando a una bifurcación: o se entrega de plano a la economía ilegal o recupera el camino de la restitución de la legalidad económica.

Veamos el empleo: El gobierno federal afirma que durante 2010 se crearon 700 mil nuevos empleos.

Pero más de la mitad, casi 25 millones de personas, de los 47.1 millones de población trabajadora vive del empleo informal, existen unos 8 millones de ninis (jóvenes que ni estudian ni trabajan) y la pobreza extrema rasguña ya los 20 millones de mexicanos.

Los salarios mínimos son de miseria, 58.22 pesos en promedio. El desempleo y los bajos ingresos, proyectan un siniestro horizonte, que agobia y mantiene en la zozobra a la mayoría de los mexicanos.

Mientras tanto las muertes de la guerra ascienden oficialmente a 34,612 más algunos daños colaterales de civiles no contabilizados, “por no mostrar vínculos estrechos con los eventos criminales”.

La percepción oficial de la guerra hace la siguiente clasificación: beligerantes narcos, combatientes polimilitares y civiles. Es más se sostiene que casi el 90 % de los muertos no tienen que ver con el gobierno.

Mientras tanto estimaciones privadas las sitúan en más de 40 mil, unas 10 mil por año.

Cabe mencionar que durante 2010 hubo 15,273 difuntos. ¡Casi 1,300 muertes por mes! Algunos analistas han comparado las cifras de la guerra de Vietnam, donde los sucumbieron 48 mil estadounidenses en 10 años y con los reventados en Afganistán, que durante 2010 llegaron a 6 mil de ambos bandos. ¡Nada más aterrador! El costo ha sido altísimo en muertes y en dinero.

Mientras los decomisos de drogas ascienden a casi 15 mil millones de dólares y el trasiego de dinero a aproximadamente 40 mil millones dólares, el costo de la detención de alrededor de 120 mil delincuentes ha sido oneroso. De otro lado, se ha incrementado el presupuesto en seguridad pública: 40 % Sedena, 30% SSP y 20 % a Marina.

El Fondo de Aportaciones Federales en Seguridad Pública (FASP) para 2011 canaliza un monto superior a 7 mil millones de pesos, mientras el Subsidio para la Seguridad Pública Municipal (Subsemun) es de 4 mil millones.9 La violencia cuesta a México el 1.2 % del PIB10, unos 120 mil millones de dólares.

De otro lado, la sobrestimación de las leyes ha conducido a un régimen autoritario, con leyes que violan los derechos y las garantías de los mexicanos.

¿Qué sigue?

Bajo esta perspectiva, una economía vacilante, el incremento del gasto público en seguridad y más empleos de policías y soldados, junto al aumento de los gastos funerarios por el crecimiento de las muertes.

¿Qué hacer?

Es necesario impulsar un nuevo modo de combate al crimen organizado, que contemple una reforma institucional, considere las adicciones, el mapeo criminal y definir una estrategia coordinada de restitución territorial del Estado de Derecho.

La acción de gobierno no debe limitarse a destruir al enemigo que él mismo ha creado. Para el Estado combatir a la violencia en cualquiera de sus formas significa construir la paz para la convivencia social y el desarrollo económico.

La paz requiere necesariamente otro tipo de relaciones económicas, basadas en la igualdad y en el reparto económico, con la finalidad de buscar erradicar la miseria y poder dedicar los recursos necesarios a satisfacer las necesidades básicas de los mexicanos sin exclusión.

La seguridad de México debe ser obra de los mexicanos.

Mientras nosotros seguimos durmiendo, sumidos en la mayor apatía, quienes nos han esclavizado hasta hoy mueven todos los resortes de la intriga para arrebatarnos los medios de sacudir nuestro vergonzoso yugo. Ya es hora de despertar de este profundo sueño y acabar con el régimen despótico al que estamos sometidos.

Profesor de la materia Economía Mexicana y Consejero Técnico de la Facultad de Economía de la UNAM.



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